El guitarrista, compositor y cantante dejó un fuerte legado en la cultura nacional. Vivió con profundo amor y respeto por su arte.
Este 9 de agosto se cumplen 11 años de la partida de Eduardo Falú, una figura imprescindible del folclore argentino, cuyo legado sigue vivo en cada acorde de guitarra.
Falú, guitarrista, compositor y cantante, dejó una huella indeleble en la música popular, fusionando con maestría las raíces del noroeste argentino con la música clásica, creando un estilo que elevó la guitarra a nuevas cumbres de expresión artística.
Fue un hombre que vivió con profundo amor y respeto por su arte, y así lo recordaba en una entrevista con Rony Vargas en enero de 2009, cuando hablaba sobre su participación en el primer Festival de Cosquín. «Recuerdo… la amistad con la gente, con los amigos que inauguramos Cosquín. En aquella época no había especulaciones de tipo teatral o cosas así. Me parece que en aquel tiempo un hombre subía o un grupo subía y la gente escuchaba. Escuchaba como en misa».
Nacido el 7 de julio de 1923 en El Galpón, Salta, Eduardo Falú comenzó a tocar la guitarra de manera autodidacta a los 11 años. Su talento pronto lo llevó a los escenarios de Salta y luego a Buenos Aires, donde su carrera despegó en las décadas de 1950 y 1960. Fue durante este período que forjó una fructífera colaboración con el poeta Jaime Dávalos, con quien creó obras inmortales como «Zamba de la Candelaria». «Jaime estaba muy entusiasmado, porque él decía que a los poetas se los conoce más a través de las canciones que de los libros», recordó Falú en la misma entrevista, destacando la importancia de la canción como vehículo de la poesía.
Falú no solo se destacó como intérprete y compositor, sino también como educador. A lo largo de su vida, compartió sus conocimientos con jóvenes músicos, dejando un legado que perdura en las nuevas generaciones de guitarristas. En sus últimos años redujo su actividad debido a problemas de salud, pero nunca dejó de sentir una profunda responsabilidad hacia su público y su arte: «Hay una responsabilidad siempre cuando uno va a interpretar una obra», dijo.